Humor

(La Razón, Bs.As.)
El hombre llega a su casa después de un largo día de trabajo. Sin siquiera
darle un beso, su mujer le reclama que arregle la luz en el cuarto de los
chicos. -Estoy cansado -dice el marido-. Trabajé todo el día. Y además, ¿tengo
cara de electricista?
Como si no lo oyera, la mujer le dice que también tiene que cortar el pasto.
-¿Pero no te dije que estoy cansado? -protesta el cónyuge-. ¿Tengo cara de
jardinero?
-Y tenés que cambiar los cueritos de las canillas del lavatorio porque pierden
-remata la esposa.
El hombre, alterado, vuelve a ponerse el saco y sale dando un portazo, aunque
tiene tiempo de gritar: "¡¿Tengo cara de plomero?!"
Cuando regresa, comprueba que el jardín está impecable, que andan las luces de
los chicos y que ninguna canilla pierde. Despierta a su mujer y le pregunta
cómo hizo.
-Lo arregló el vecino que juega al rugby -contesta ella.
-¿Y cuánto te cobró?
-Me dio a elegir entre hacerle una torta de chocolate o acostarme con él.
-Le hiciste la torta...
-¿Tengo cara de repostera?